jueves, 26 de abril de 2007

... El olvido...

Leo cada uno de tus movimientos infinitos en este espacio conocido y reconocido por los siglos. Entré y encontré todas aquellas paredes que jamás me enseñaste. Te oigo en alguna habitación lejana y mi curiosidad es la que me empuja a seguirte. Antes eras un desconocido, en mi piel adolescente eras el universo. Mi mirada volaba hasta ti y sólo necesitaba cerrar los ojos para sentirte. Luego me tocaste, rozaste cada uno de los poros de mi piel hasta que les pusiste nombre a todos. No dejaste un solo milímetro de mí en la oscuridad. Y yo fui feliz y en cada giro sobre mí misma te seguía como a una luz al final del túnel. Luego te fuiste, abandonando conmigo todas las caricias que te arranqué. Y te lloré. Lloré sobre tu bóveda vacía, sobre tu cuerpo perdido, sobre tu horizonte vertical. Y dejé de llorarte. Y te olvidé. Olvidé tus viajes en mi espalda, olvidé tus manos sosteniendo las mías, olvidé tus besos abiertos, olvidé tu olor terroso. Te olvidé. Y en un día soleado, en una tarde de limonadas, en una siesta de risas y sonrisas, apareció tu sombra clavada en mi pared. Y corrí tras de ti, me abandoné. Y ahora, leo cada uno de tus movimientos infinitos en este espacio conocido y reconocido por los siglos. Y espero descifrar los renglones de este idioma lejano. Y necesito encontrarte para abandonarte y olvidarte de nuevo… por fin.

No hay comentarios: